Orihuela es conservadora...de sus peores vicios. Esta es la idea que me vino a la cabeza cuando el pasado 9 de noviembre leí que el PP había aprobado en un pleno municipal dejar desierto el concurso de basuras. No podía ser que Orihuela, casi dos años después de que se aplazase la adjudicación de la contrata por el escándalo Fenoll-Ferrández, tropezase otra vez con los sucios intereses de los que se lucran con los desperdicios del pueblo. De nada había valido el informe realizado por la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) que estaba llamado a ser el veredicto que cerrase definitivamente el caso.
Argumentar que ninguna de las cinco empresas que concurrían a concurso cumplían con el pliego de condiciones suena a engañabobos, sobre todo cuando ninguno de los cuatro informes técnicos realizados hasta ahora avala esa idea. Y siguiendo con la justificación, alegar que dicho pliego ha quedado obsoleto y no responde a las necesidades del pueblo es poco menos que hacer apología de la tomadura de pelo, ya que diez de los catorce concejales del PP que fueron responsables de la elaboración y aprobación del documento, ahora lo dan por inútil.
Así que ahora, continuando con las paradojas, es el mismo equipo de gobierno que acaba de ignorar un informe realizado por la UPV el que le ha encomendado a esta entidad universitaria la redacción de un nuevo pliego de condiciones para la convocatoria de otro concurso. Es decir, el grupo municipal del PP busca amparo en una autoridad a la que acaba de desautorizar. Es un sinsentido, un desvarío contradictorio propio de trastornados de doble personalidad.
Pero el estupor que causa este cúmulo de despropósitos se torna en horror ante la evidencia de que Fenoll, cual gaviota que sobrevuela el vertedero, ha estado vigilando de cerca todo el proceso. Ignorar que el ex-presidiario del Raiguero de Poniente va a poner todo de su parte para que su empresa sea la beneficiaria en el nuevo concurso es propio bien de inocentes o bien de malintencionados. A estas alturas, igual que los empresarios conocen las debilidades de los politicastros, todos sabemos qué baza juega cada uno en este tipo de concursos.
Por todo esto, Orihuela debe estar con las orejas tiesas, para evitar que se repitan viejas trampas, para exigir al Ayuntamiento que resuelva el asunto sin violar ni la ética ni la legalidad, y en definitiva, para romper con el peor de los conservadurismos que arrastra: la connivencia.
Argumentar que ninguna de las cinco empresas que concurrían a concurso cumplían con el pliego de condiciones suena a engañabobos, sobre todo cuando ninguno de los cuatro informes técnicos realizados hasta ahora avala esa idea. Y siguiendo con la justificación, alegar que dicho pliego ha quedado obsoleto y no responde a las necesidades del pueblo es poco menos que hacer apología de la tomadura de pelo, ya que diez de los catorce concejales del PP que fueron responsables de la elaboración y aprobación del documento, ahora lo dan por inútil.
Así que ahora, continuando con las paradojas, es el mismo equipo de gobierno que acaba de ignorar un informe realizado por la UPV el que le ha encomendado a esta entidad universitaria la redacción de un nuevo pliego de condiciones para la convocatoria de otro concurso. Es decir, el grupo municipal del PP busca amparo en una autoridad a la que acaba de desautorizar. Es un sinsentido, un desvarío contradictorio propio de trastornados de doble personalidad.
Pero el estupor que causa este cúmulo de despropósitos se torna en horror ante la evidencia de que Fenoll, cual gaviota que sobrevuela el vertedero, ha estado vigilando de cerca todo el proceso. Ignorar que el ex-presidiario del Raiguero de Poniente va a poner todo de su parte para que su empresa sea la beneficiaria en el nuevo concurso es propio bien de inocentes o bien de malintencionados. A estas alturas, igual que los empresarios conocen las debilidades de los politicastros, todos sabemos qué baza juega cada uno en este tipo de concursos.
Por todo esto, Orihuela debe estar con las orejas tiesas, para evitar que se repitan viejas trampas, para exigir al Ayuntamiento que resuelva el asunto sin violar ni la ética ni la legalidad, y en definitiva, para romper con el peor de los conservadurismos que arrastra: la connivencia.
Manuel Enrique Mazón Menargues
No hay comentarios:
Publicar un comentario